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mujer romana sujetando racimo de uva

Historia del vino en España: tradición, carácter y océano

España y el vino comparten una historia que se remonta a milenios. Más que una bebida, el vino ha sido parte del alma cultural, económica y espiritual del país. Desde las ánforas fenicias hasta las botellas que hoy reposan bajo el Cantábrico en nuestros arrecifes artificiales, el camino del vino español ha sido largo, accidentado y apasionante.

Los inicios: raíces mediterráneas

El vino llegó a la península ibérica mucho antes de que existiera “España” como nación. Fueron los fenicios, hace más de 3.000 años, quienes introdujeron las primeras cepas y técnicas de vinificación en el sur, especialmente en la zona de Cádiz. Luego llegaron los griegos y, más tarde, los romanos, quienes profesionalizaron la viticultura y la extendieron por toda Hispania.

Durante el Imperio Romano, el vino hispano era apreciado y exportado a otras provincias del imperio. Las ánforas halladas en yacimientos arqueológicos así lo demuestran. Ya entonces, el vino no era solo un alimento, sino también un elemento de prestigio, comercio y ritual.

ánforas de vino

Edad Media: monasterios y resistencia

Con la caída del imperio y la llegada de los visigodos y posteriormente los musulmanes, el cultivo de la vid no desapareció, pero sí se transformó. A pesar de que el islam prohíbe el consumo de alcohol, el vino siguió elaborándose, sobre todo en zonas cristianas del norte y en los monasterios. De hecho, muchos de los grandes conocimientos vitivinícolas se conservaron y mejoraron gracias al trabajo de los monjes, quienes documentaban con detalle los procesos de cultivo y elaboración.

Siglos de oro y comercio global

Con la expansión del Imperio Español, el vino peninsular cruzó mares. Desde los puertos de Andalucía salían cargamentos hacia América, y en ciudades como Jerez o Málaga comenzó a consolidarse un comercio vitivinícola a gran escala. Aparecen los primeros vinos fortificados, capaces de resistir los viajes largos.

Es en este contexto cuando el vino empieza a definirse por zonas. Nombres como Rioja o Ribera ya aparecen en documentos del siglo XVIII, aunque su desarrollo como denominaciones modernas llegaría después.

Siglo XIX: crisis y reinvención

La filoxera, como contamos en otro artículo del blog, no perdonó a España, aunque llegó más tarde que a Francia. Esto permitió que algunas regiones españolas vivieran un breve esplendor como refugio de productores galos. En Rioja, por ejemplo, se adoptaron técnicas francesas que marcaron para siempre su estilo de crianza en barrica.

El siglo XIX también vio nacer las primeras bodegas modernas y el concepto de calidad como pilar de la producción vinícola.

Siglo XX: luces y sombras

La Guerra Civil, la posguerra y la autarquía supusieron décadas difíciles para el vino español. Se priorizó la cantidad sobre la calidad, y muchos vinos se convirtieron en productos anónimos destinados a granel. Sin embargo, a partir de los años 80, con la entrada en la Comunidad Europea y la apertura económica, comenzó un renacimiento. Nuevas generaciones de viticultores apostaron por recuperar variedades autóctonas, métodos tradicionales y calidad en origen.

Siglo XXI: innovación con raíces

Hoy España es una potencia vitivinícola mundial. Es el país con más superficie de viñedo del planeta, y sus vinos se exportan a más de 180 países. Pero lo más interesante es la diversidad: desde tintos de altura en la Sierra de Gredos hasta blancos atlánticos en Galicia, pasando por garnachas viejas en Aragón o monastrelles en el sureste.

Y en ese mapa diverso, también aparece una propuesta que mira al mar: Crusoe Treasure, con su método pionero de envejecimiento submarino, ofrece un ejemplo de cómo la historia del vino español no solo se honra, sino que también se proyecta hacia el futuro. Porque si algo ha demostrado el vino en España es su capacidad de adaptarse, renovarse y emocionar generación tras generación.

Jaulón de vino submarina Crusoe Treasure siendo extraído del mar

Una historia viva, que sigue fermentando

La historia del vino en España no está escrita en piedra, sino en madera, tierra y ahora también, en mar. Es una historia que se bebe, que se huele y que se comparte. Y cada botella, cada copa, es una forma de continuar ese relato milenario que une pasado y presente, tradición e innovación.

¿Conoces los vinos atesorados bajo el mar?

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